El fenómeno fan se ha reinventado, por eso las marcas buscan prescriptores de sus productos entre los influencers. Los jóvenes no siguen a las marcas propiamente dichas, sino a sus referentes del mundo on line, los influencers y las empresas lo saben. A la antigua guerra de los anuncios en prime time que mantenían, y mantienen, las marcas, hemos de añadir este nuevo fenómeno. “Un famoso no responde nada, sólo tienen alcance y visibilidad, pero no tiene engagement, que es esa conversación con sus seguidores que genera ruido en las redes”, explica Yan De Simone, directora de Bi Media, agencia de estrategia y planificación en contenido digital.
A través de los influencers es la manera más rápida que tienen las marcas de llegar al público. Estos se subdividen por temáticas, en las que podemos encontrar diferentes perfiles que facilita la segmentación y permite llegar a un target específico. Estos cómo no, cobran por sus acción, tanto en formato video, mediante una fotografía, un post o una publicación en las redes sociales. Las tarifas de los influencers, no son públicas y tampoco fijas puesto que este mundo es muy volátil.
Existen diferentes tipos de influencers en este sentido, los hay que trabajan con agencias y los hay que van por libre. En cuenta a los tipos de contratos los hay puntuales que consistirían en una acción única, un post, una imagen o una review. Las hay de mayor duración llamadas campañas que consisten en varias publicaciones o incluso los contratos de exclusividad.
Los influencers destacan por su capacidad para orientar decisiones de compra. Por poner un ejemplo, dentro del mundo de las influencers de “maternidad”, un estudio de Influence Central, muestra que el 81% de las madres asegura que encuentra las recomendaciones de las influencers y bloggers más auténticas que las que aparecen en medios tradicionales, y el 78% cree que es más probable que compre un producto si un influencer lo recomienda.
Hay que tener en cuenta, que existe el problema de la publicidad encubierta que en cuanto se destapa crea una sensación de engaño entre los seguidores. El problema no es la publicidad, sino que esta aparezca, de manera encubierta, como una recomendación desinteresada y personal. Por eso, en otros países, las autoridades ya han tomado cartas en el asunto; como en Estados Unidos, donde la Comisión Federal del Comercio obligó a los influencers a identificar los posts patricionados con hashtags como #sponsored, #ad o #advertisement.
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